No
está muerto,
pero
yo lo siento,
frío
como el hielo.
Alejado
como el olvido,
quieto,
estático,
como
su sentimiento.
Callo
por no hablar,
no
tiene palabras,
ni
ya me susurra.
Mi
vacío donde,
quisiera
estar lleno,
lleno
de ti.
Es
silencio callado,
ni
el viento ni la brisa,
mueven
ya su pelo.
No
está muerto,
está
más vivo que nunca,
pero
yo no lo siento.
Intento
arreglarlo,
pero
ya no hay ni una risa,
ni
un llanto.
No
me coge de la mano,
no
me peina el pelo
ni
me eriza el vello.
No
me quiere mirar,
yo
no lo veo,
por
más que me elevo.
Era
mi amigo, compañero,
su
mano y mi mano,
cogidas
en el camino.
No
estoy triste,
pero
no estás,
y
a veces duele.
Por
eso no es un despido,
no
es una muerte,
es
un adiós. Adiós.
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